martes, 11 de noviembre de 2014

A la Diosa Justicia

* Publicado en la Revista Jurídica [ 06.03.2007 ]


Entre los lienzos del pintor español Abbé Nozal de la colección Art- Dollar , podemos encontrar una pintura de la diosa justicia, diosa que tradicionalmente se “representaba con una cinta tapándole los ojos, una balanza y una espada, queriendo significar la equidad de quien no ve y juzga exclusivamente en base a razones objetivas, con equilibrio y justeza, de ahí la balanza; con firmeza y autoridad, de ahí la espada.” , sin embargo el pintor propone en su lienzo una diosa justicia que lejos de representar dichos valores, se muestra como una mujer amargada, con un seno descubierto, con un ojo tapado pero viendo por el otro; transmitiendo con esa obra su desilusión y desconfianza respecto al sistema de justicia.
Las ideas de Abbé Nozal ponen en evidencia que las fallas del sistema judicial no son exclusivas de un país, en particular, como el nuestro. Ello nos lleva a la siguiente pregunta: ¿confiamos en nuestro poder judicial? Podemos encontrar una amplia variedad de respuestas, dependiendo del lado de la mesa en el que nos encontremos. Por un lado, los jueces seguramente defenderán su labor y excusarán sus faltas en la excesiva carga procesal y en problemas de infraestructura. Los abogados expresarán su desconfianza por la mala experiencia de haber sufrido fallos impredecibles e injustificables. Los ciudadanos se referirán al Poder Judicial con frustración e inseguridad. Por su parte, la prensa opinará en función de lo que es más noticia. Considero que es injusto culpar de todo exclusivamente a los magistrados, como se vienen haciendo, pues hay una responsabilidad compartida en diferentes niveles, siendo necesario hacer un mea culpa a la sociedad civil, abogados y quienes nos vemos afectados por el sistema a fin de determinar que podemos hacer y no estamos haciendo.
Sin embargo, cualquiera sea el punto de vista que adoptemos y los culpables que encontremos, un hecho incuestionable es que el sistema judicial peruano es ineficiente, lento y generador de resultados inciertos, lo que ocasiona que la justicia se convierta en un factor de exclusión al que solo pueden acceder quienes tienen la posibilidad de soportar el vía crucis judicial, y que, a su vez, no haya seguridad en el tráfico comercial pues las personas no encuentran el respaldo necesario en el sistema judicial cuando tienen que exigir sus derechos.
Las fallas de nuestro sistema las vemos reflejadas en casos que ocurren diariamente, por ejemplo imaginemos al propietario de un departamento que vive de su arrendamiento. Tiene que enfrentarse con un inquilino moroso que se niega a pagar la renta y desocupar el bien. No obstante que tiene el derecho de su lado, se encuentra en un posición de desventaja frente al inquilino, pues recuperar la posesión del inmueble en el mejor de los casos le puede tomar un año de transito por la vía judicial, tiempo que corre en su contra y a favor del deudor, además de tener que asumir costos de abogados y tasas judiciales. Dadas esas condiciones, es probable que esta persona decida llegar a un acuerdo insatisfactorio para perder lo menos posible, pues no tiene la capacidad de soportar la demora judicial, o acudir a vías de hecho antes que solicitar el amparo de su derecho.
La reforma judicial es prioritaria pero aún no hay un acuerdo ni plan de trabajo establecido sobre cómo llevar a cabo la misma. Si ya tenemos el toro en el ruedo, es el momento de enfrentarlo y no de preguntar quien le abrió la puerta. En tal sentido, mientras esperamos la tan mentada reforma judicial, debemos acudir a los medios alternativos permitidos por la ley para comenzar a salir de la crisis de justicia. El arbitraje es una opción que organismos como la Cámara de Comercio de Lima viene aplicando con mucho éxito en el ámbito empresarial. Sin embargo, aún se trata de esfuerzos aislados con resultados insuficientes.

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